No al silencio

Aunque algunos ciudadanos son muy generosos con el concepto de tolerancia, lo cierto es que en los últimos tiempos se ha venido degenerando el uso de esta palabra, hasta convertirla en un paraguas que cubre con el silencio, aquellos abusos que vulneran los derechos individuales y colectivos.
 
Ante cualquier arbitrariedad cometida por una persona del común, sorprende oír el reclamo airado por la ausencia de tolerancia por parte de la víctima, cuando lo ético debería ser el control social que respalde al agredido y evite que uno o varios abusivos pisoteen los derechos ajenos.
 
Se ha vuelto costumbre que los desadaptados rechiflen y hasta obstruyan a las autoridades cuando cumplen con su trabajo, mientras los ciudadanos de bien guardan silencio o se hacen los de la vista gorda ante semejante situación. 
 
Por fortuna, existen poderosos destellos de esperanza y dignidad en los que se ve la acción ciudadana para defender a quienes garantizan la seguridad de los capitalinos. De hecho, el respaldo de los residentes de Ciudad Salitre Oriental en las recientes capturas ocurridas en el sector, es una señal inequívoca no solo del hastío de nuestra gente ante los abusos de los delincuentes, sino también de la convicción de apoyar a quienes trabajan por la seguridad de la zona.
 
Además del respaldo, los ciudadanos tenemos el reto de ir más allá y denunciar las acciones delincuenciales, de tal forma que se logre la judicialización de los malhechores y de esta manera, contribuir con la seguridad y el bienestar de Ciudad Salitre Oriental. 
 
Es evidente que nuestra gente dejó de lado la falsa tolerancia y en un acto de evolución socio-cultural, se apoderó del concepto de corresponsabilidad social que conlleva no solo el acompañamiento a las autoridades sino la acción de respaldo y control ciudadano para informar y denunciar a los maleantes que intentan actuar en el grato territorio que tenemos el privilegio de compartir.
 
Por eso, ante la satisfacción de presenciar la solidaridad ciudadana, ahora queremos invitar a dar el paso decisivo: negarnos al silencio, ese que aprovechan los criminales como una sombra que cubre su malignidad y denunciar las tropelías que intentan cometer contra los ciudadanos, pues si bien es cierto, la solidaridad de nuestra gente cierra la puerta a la delincuencia, la denuncia oportuna es el candado que permite tener la certeza de que el criminal, durante un buen tiempo, no volverá a actuar. 
 
Así las cosas, la invitación es a llevar a la práctica una consigna cívica: ¡No al silencio! 

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