Las formas sofisticadas de la discriminación

Hay un columnista que, en su imaginación, solo puede reunirse con mujeres en una peluquería: ¿Por qué no imagina sus conversaciones en una junta directiva, o en una oficina, o en un café durante la “hora feliz”?
 
En aras de reducir a las mujeres a su mínima expresión, algunos optan por encasillarlas en sitios o actividades que sugieren que ellas solo pueden lanzar opiniones superfluas, mientras dedican su vida exclusivamente a la estética personal.
 
Esas formas sutiles de segregación son mucho más frecuentes de lo que imaginamos.  De hecho, coincido con muchas mujeres en que la Ley 581 de 2000, conocida como Ley de cuotas, es una forma altisonante de discriminación.
 
En esa Ley, sancionada en el año 2000, se impuso una cuota mínima del 30 % de mujeres para los cargos públicos.  Esta norma, transitoria en otros países, terminó siendo aprovechada para cumplir con las clientelas, o lo que es peor, para restringir el acceso de mujeres valiosas, que hoy por hoy, son mayoría en el país.
 
Es más: muchas mujeres consideran que han conquistado un espacio no solo en la política, sino en todos los sectores de la sociedad, no porque una ley lo impone, sino por sus capacidades, talentos y destrezas.  Así las cosas, esas mujeres con méritos suficientes, terminan compitiendo en desigualdad de condiciones, pues tienen que esforzarse por entrar a la minoría del 30 % y son excluidas, en la realidad, de competir de igual a igual por el 100 % de los cargos.
 
Adicionalmente, la discriminación implica que las mujeres que alcanzan esos cargos, tienen como único mérito su género, cuando lo cierto es que ser mujeres pasa a un segundo plano frente a su formación, experiencia y capacidad cognitiva.  ¡Cómo será el avance intelectual y académico, que desde el 2002, el mayor porcentaje de graduados de carreras universitarias son mujeres!
 
En la realidad, las mujeres se vienen apropiando de espacios y posiciones, gracias a sus talentos y capacidades, no por ser mujeres, sino por esforzarse y ser valientes: los mejores resultados en las pruebas Saber lo obtienen las mujeres.  Los primeros puestos en colegios y universidades los ostentan las mujeres. Mientras tanto, aquellos mediocres que quieren permanecer en el oscurantismo de enseñorearse sobre las mujeres, invocan la Ley de cuotas como un salvavidas para no desaparecer del escenario en el que se toman las decisiones más importantes en lo público y en lo privado.

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