¿Quién responde?

En Colombia, cuando se presenta una falla, se comete un error o no se procede con celeridad; hay una tendencia social a buscar culpables y señalarlos de forma inmisericorde.
 
De paso, quien señala o reclama, se exculpa ante los hechos sucedidos: la culpa siempre es de los demás, de las instituciones, de la Junta, del administrador o de cualquiera que tenga relación con la situación.
 
En otras ocasiones, aquel que escarnece a los demás por una falta, es proclive a querer que todo se lo hagan y que le resuelvan de inmediato las diversas situaciones que tanto le molestan, sin que él quejoso participe en la resolución de la problemática.
 
Frente a cualquier anomalía, la primera pregunta que se oye es ¿y quién responde?, lo que significa que aquel que cuestiona ya se ha excluido de la solución y se ha constituido en juez y verdugo de los “ineptos” que no se responsabilizaron de la situación. Sin embargo, ante esta posición ciudadana, la pregunta que se debe responder es: ¿he sido parte de la solución o soy parte del problema?
 
Es muy fácil señalar, criticar y ejercitarse en el deporte nacional de la quejumbre.  Eso lo puede hacer cualquiera.  El reto para un ciudadano que se precie de serlo, es ir más allá y evaluar su corresponsabilidad en la situación que lo afecta o que impacta a su comunidad.
 
Resulta sencillo exigir que se envíe una carta, o se acuda a la Alcaldía Local, con el traje del ESMAD, para establecer un combate cuerpo a cuerpo con algún funcionario; pero es más difícil sentarse dos minutos frente al computador y escribir una comunicación con la queja que tanto atormenta… Es muy cómodo mandar a otros al combate, mientras me quedo tranquilamente sentado, esperando a que me solucionen los problemas.
 
Por fortuna, el trabajo con entidades públicas y comunitarias no funciona de esa manera. De hecho, una gestión exitosa involucra la participación y la contribución de todos los implicados, hasta lograr la solución que se viene buscando. 
 
Es cierto que en muchas oportunidades, más allá de informar la anomalía, lo mejor es dar un paso al costado.  Sin embargo, en otros casos –como la situación del canal San Francisco-, la presión de numerosos conjuntos, unida a la de ASOBEL, hace más visible la problemática y lleva a las autoridades distritales a tomar decisiones definitivas.
 
Por eso, antes de quejarse, reflexione sobre su corresponsabilidad, participe y contribuya a fortalecer el accionar de la comunidad organizada de Ciudad Salitre Oriental… ¡Eso es ser ciudadano!

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