¡Peligro! Cizaña y ambición contra la amistad

La historia nos muestra las terribles consecuencias de permitir que se entrometan la cizaña y la ambición en una amistad.
 
El caso de Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander es uno de esos episodios emblemáticos.  Juntos trabajaron con ahínco por la libertad de América: Bolívar desde su genio militar y Santander desde la perspectiva administrativa. 
 
Las discrepancias por la restricción de recursos para la Campaña del Sur, la amenaza autocrática de la Constitución de Bolivia y la cizaña sembrada por Rafael Urdaneta, destrozaron una amistad construida en los ideales y en los campos de batalla. 
 
Ante la ruptura, Santander le escribió a Bolívar: “Gané la amistad de usted sin bajezas, y sólo por una conducta franca, íntegra y desinteresada; la he perdido por chismes y calumnias”. De igual forma, en las horas finales de su vida, Bolívar afirmó: “El no habernos arreglado con Santander nos ha perjudicado a todos”.

López Pumarejo y Laureano Gómez

Pocos días antes de su posesión, Alfonso López Pumajero declaró a El Tiempo: “Mi amistad con Laureano Gómez es digna de respeto”.  De hecho, la amistad entre López Pumajero y Laureano Gómez surgió en 1915, cuando ambos eran Representantes a la Cámara. Allí trenzaron una simpatía que surgió por la admiración que a éste le producía la elocuencia de aquél y a aquél el talento de éste, dice Eduardo Zuleta Ángel.
 
Sin embargo, la discordia apareció por un rumor que corrió después de la elección de Enrique Olaya Herrera, en 1930: un millón de votos eran falsos. Aunque el hecho nunca se comprobó, Laureano Gómez dudó de las acciones posteriores de López para enfrentar la situación, lo que terminó con la enemistad entre ambos personajes, que pocos años atrás, decidían el futuro político de la nación, en algún café europeo.
 

Vargas Llosa y García Márquez

Esta amistad empezó en 1966 cuando ambos escritores tenían la idea de escribir una novela juntos acerca de la guerra que sus dos países mantuvieron en 1932.
 
Durante los nueve años siguientes compartieron Barcelona, viajaron, hablaron, comieron, apadrinaron a sus hijos y fueron felices a tal punto que para García Márquez, el peruano era “el último caballero andante de la literatura”, y para Vargas Llosa, el colombiano era el “Amadís de América”.
 
Pero el 12 de febrero de 1976, Mario Vargas Llosa noqueó de un tremendo puñetazo a Gabriel García Márquez dentro de las instalaciones de un cine mexicano. ¿Ideologías políticas? ¿Celos? ¿Infidelidades? Nunca se sabrá con certeza.

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