Contra la libertad

Vimos, aterrados, el ataque terrorista contra la revista parisina Charlie Hebdo. Luego fuimos testigos de la formidable reacción no solo de los franceses, sino de toda Europa, ante la masacre perpetrada contra un medio de comunicación.
 
Más allá de la discusión sobre el contenido de la revista francesa, sobre el ataque a la fe de millones de seres humanos en el mundo; el hecho central es la defensa a la libertad de expresión, lo que debe convocar a toda la ciudadanía amante de la democracia.
 
La conquista de esa libertad de expresión en Francia y en Europa, no fue una tarea fácil.  De hecho, el propio Voltaire fue “huésped” de la Bastilla en dos ocasiones, justamente por criticar al monarca de turno, a las religiones o a la corte del Rey. La semilla fue sembrada y ahora asumimos el compromiso de defender la libertad que se conquistó, incluso con sangre, en el Viejo Continente.
 
Curiosamente, no nos aterra el sofisticado ataque que ocurre en Colombia contra la libertad de expresión: de repente, algunos renombrados columnistas y periodistas, con posiciones críticas frente al actual gobierno, han sido retirados de los medios de comunicación, a lo sumo, con alguna explicación peregrina de los directores.
 
Incluso en este medio, por una columna de opinión, relacionada con la ausencia de coherencia ideológica del actual gobierno nacional, alguien lanzó rayos y centellas a través de las redes sociales, asegurando que el texto era una indebida participación en política, toda vez que alertaba a los lectores sobre las inconsistencias de la pasada campaña presidencial, cuyo ganador es de los afectos de quien emitió los dicterios contra este periódico comunitario.
 
Hay que decirlo: rechazamos el terrorismo como forma brutal de censura contra la prensa, pero también condenamos el silenciamiento que se hace mediante la extorsión a los medios, con amenazas relacionadas con las partidas publicitarias.
 
Y ciertamente, aunque las formas son menos barbáricas, objetamos los intentos de acallar las voces disidentes mediante presiones leguleyas basadas en normas inexistentes, evitando así que nuestra gente, y la ciudadanía en general, tenga la oportunidad de contrastar opiniones y afianzar su propio criterio.
 
La libertad de expresión y la eliminación de la censura es una cuestión de supervivencia democrática.

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