¡Hasta pronto, Elvirita!
Rendir homenaje a una persona que se nos fue, no resulta
fácil. Sin embargo, más allá de los nudos en las manos para escribir, es un
deber inaplazable. Por esta razón, ASOBEL quiere rendir tributo a Elvirita
Montes de Gutiérrez, quien ya disfruta de la paz eterna.
Elvirita nació en Zipaquirá el 22 de marzo de 1922.
Dotada de grandes cualidades, supo vencer todas las dificultades que se
presentaron en su camino, sin permitir que las circunstancias la derrotaran. Su
templanza se convirtió en una brújula que siempre orientó su vida por el buen
camino. A los 19 años contrajo matrimonio con José Isaías Gutiérrez, con quien
tuvo dos hijos: José de Jesús y María Elena. Sin embargo, tres años después, él
sufrió un accidente y ella quedó sola a cargo de sus dos retoños.
Pero las pruebas no terminarían ahí. Después del 9 de
abril de 1948, Elvirita tuvo que padecer tiempos verdaderamente difíciles, por
cuenta de la violencia partidista. En esos años, ella fue perseguida por ser
liberal y contaba en muchas de sus anécdotas que de esa cacería salió viva de
puro milagro.
Todo esto la hizo más fuerte y eso fue lo que transmitió
a sus hijos. De hecho, la gran enseñanza que les dejó Elvirita fue la honradez,
la pulcritud, la rectitud, la responsabilidad, la generosidad, la caridad, el
servicio, el respeto, la fortaleza, la dignidad y el amor por sus hijos y por
el prójimo.
Era una gran viajera y una conversadora maravillosa. Le
encantaban los cuentos, la música, las adivinanzas y los chistes, pues ella
consideraba que todo esto era esencial para mantenerse alegre y hacer reír a la
gente. Por eso, siempre que podía,
saludaba con un gracejo o un chascarrillo fino y divertido.
Y la comida no podía faltar. Ella deleitaba a sus
comensales con deliciosos manjares típicos de la gastronomía colombiana,
mientras escuchaban música andina y bambucos, que era su música favorita. Y los
postres, ¡qué postres! La cuajada con melado zipaquireña, gratinada en agua y
sal era una delicia, así como también el dulce de coco y el arroz con leche.
Bueno Elvirita, te fuiste bien acompañada, pues como
siembre decías, iban cinco en ese viaje: Dios, San José, la Virgen, El Espíritu
Santo, el Santo Ángel de La Guarda y tú.
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