Dulce noviembre

Noviembre es un mes de contrastes. Algunos están como ánima en pena, esperando el milagro que les permita pasar el año, ya sea recuperando las materias o haciendo rogativas a cuanto profesor se les atraviesa, para llevarlo a compasión y lograr que suba esas décimas que faltan para pasar, como dicen los mexicanos, “de panzazo”.
 
Ni qué decir de los que se dedicaron a la “lúdica” indefinida –contraria a los libros, cuadernos y tareas- y cuyas notas no superaron el mínimo requerido: todos quieren recuperar los días perdidos en pocas horas y se dedican a buscar cuanta información les sea medianamente útil, para hacer algún trabajo de rescate… ¡Hay que ver el incremento del tráfico de las páginas web en noviembre!
 
Sin embargo, durante este mes, como en la canción de Serrat, el noble y el villano, el prohombre y el gusano; viven al unísono la expectativa por la llegada de la Navidad.
 
Noviembre también es el mes de las cuentas y de las listas.  De hecho, los regalos de Navidad están en la mente de la mayoría de mortales: lo que quieren los hijos, padres, amigos y hasta vecinos queridos; se reúne en una larga enumeración que culmina, irremediablemente, con una obscena cifra que resulta impagable. Obviamente, noviembre es el mes de los recortes, pues esos regalos tan costosos deben ser postergados y el destinatario del aguinaldo tendrá que conformarse con algo más modesto.
 
Mientras tanto, contadores, revisores fiscales y administradoras, comienzan con el ajetreo del cierre de año, verificando las cuentas y buscando aquella factura perdida que está sumergida en una montaña de papeles muy similar al monte Everest.
 
Ciertamente noviembre es el preludio de la clausura del año, y para muchos apresurados, es el momento de empezar a hacer un balance de lo que se hizo y de lo que se dejó de hacer. 
 
Incluso, para muchos, es el momento ideal para revisar la lista de los propósitos que se firmaron casi con sangre, aquel 31 de diciembre del año anterior.  Normalmente la verificación termina en decepción e incluso en frustración, pero eso no importa: ya llegará diciembre y la esperanza de hacer una nueva lista que pueda ser cumplida o revisada, con pavor, durante el siguiente noviembre.

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