La catástrofe de los abstencionistas

¡Es una tragedia! Parecen creer que lo que pasa en la ciudad y en el país se debe al accionar selenita, mientras manifiestan un enorme menosprecio y la mayor distancia posible de la política. Se quejan de todo: del precio de la gasolina, del césped que no podan, de la basura que “adorna” las calles y avenidas y del costo de los servicios públicos.
 
Pero todavía no han caído en la cuenta que aquello que origina sus quejas tiene su génesis justamente en eso que desprecian… ¡Sí, en la política! Por eso no vamos a hablar de los “ismos” –conservatismo, liberalismo, petrismo, santismo o uribismo- sino de todos los ciudadanos que se proclaman emancipados de esos “ismos”.
 
El reconocido periodista venezolano Leopoldo Castillo llamó a esos “emancipados” los ni-ni, pues ni estaban con Chávez, ni tampoco con la oposición.  Si extrapolamos el concepto, encontramos que casi la mitad de nuestros conciudadanos son los ni-ni criollos, miembros poco distinguidos del club del abstencionismo colombiano.
 
Esos ni-ni proclaman sus cuitas sobre la terrible situación de Bogotá y del país en general,  sin reconocer que son ellos los grandes responsables de lo que ocurre, pues su distanciamiento de la política –por lo menos para ejercer el derecho al voto- es lo que permite que sigan los mismos con las mismas, y que llegue gente inepta, inmoral, leguleya y corrupta a posiciones de poder, atornillándose a sus puestos como si fueran tronos heredados.
 
Lo cierto es que son los ni-ni, con su abstencionismo crónico e irresponsable, quienes realmente eligen, pues su ausencia en las urnas está en las cuentas de los políticos de todas las pelambres, ya sea para comprar votos o para diseñar estrategias que les permitan atomizar al electorado y vencer con una minoría mayoritaria.
 
¿Cree que Bogotá está en una crítica situación? ¿Le produce repugnancia el muladar en el que convirtieron la Plaza de Bolívar? ¿Algunas noches despierta con sobresalto, por el ruido del camión de la basura? ¡No mire al Palacio de Liévano! ¿Se siente perturbado por el secretismo de las negociaciones de La Habana? ¿Le abruma el incremento de la inseguridad y la fuga de capitales? ¡No piense en la Casa de Nariño!

Más bien observe a su alrededor y láncele una fuerte mirada a esos que se enorgullecen de nunca haber votado, los mismos que se proclaman completamente desinteresados por la política, pues en ellos recae la culpa de los dirigentes y programas que terminan siendo elegidos… ¿Se repetirá la historia en marzo y mayo de este año? Los ni-ni tienen la palabra.

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