En la mira

¡Qué desgracia! En Colombia, cuando un grupo de periodistas se reúne, uno de los temas rituales es el de las amenazas recibidas en los últimos tiempos. 
 
Hace un mes, el periodista Luis Carlos Cervantes fue asesinado en Tarazá, Antioquia, dos semanas después de que la Unidad Nacional de Protección, dirigida por Andrés Villamizar, le retirara el esquema de seguridad al comunicador, quien fue amenazado hasta el cansancio por los corruptos y los criminales de su región.
 
Incluso, en una de tantas amenazas, Cervantes fue notificado por sus perseguidores: “Algún día te quedarás sin escoltas y te vamos a matar”. Y así ocurrió. La Unidad Nacional de Protección, según su propio Director, realizó una evaluación de las amenazas y estableció que Cervantes ya no corría riesgo alguno, entre otras cosas, porque había abandonado sus tareas como periodista, situación que ocurrió justamente por las amenazas recibidas en su momento.
 
Tan solo este año, la Defensoría del Pueblo ha conocido 93 casos de amenazas contra periodistas, mientras que en el 2013, la cifra fue de 42 comunicadores amenazados.
 
Llama la atención, y enciende las alertas, el rigor con el que Villamizar y su equipo de la UNP hacen la tal evaluación de riesgo, pues en el caso de Luis Carlos Cervantes, fue tan desacertada que solo bastaron dos semanas entre el retiro de la escolta y el asesinato del periodista.
 
No es el único caso de ausencia de criterio para decidir el riesgo de un colombiano amenazado.  De hecho, el pasado 9 de abril, el líder de restitución de tierras en el Chocó, Jesús Adán Quinto, fue asesinado por las FARC, cuatro semanas después de que la misma Unidad Nacional de Protección le retirara gran parte del esquema de seguridad y lo dejara con un escolta, un teléfono celular y un chaleco antibalas.
 
En ambos casos, duele la actitud del Director de la Unidad Nacional de Protección, quien sin rubor alguno, sale ante los medios a indicar que él personalmente revisó los estudios de riesgo y que estaba tranquilo porque no se hizo nada mal.  Al ver a Andrés Villamizar dando semejantes declaraciones, uno se pregunta: ¿si todo se hizo bien, si el estudio fue tan riguroso, por qué Cervantes y Adán Quinto están muertos? Lo cierto es que algo está fallando en la Unidad Nacional de Protección, pues sus “rigurosos” estudios que determinan el retiro de esquemas de seguridad, han terminado, en dos casos concretos, con la muerte de los amenazados.

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