¿Sobre qué se construirá la “paz”?

Algunos colombianos han sido contagiados con la euforia pacifista que el gobierno nacional y los medios han creado para suscitar una avalancha de esperanzas que se fundan en falacias.
 
¿En qué se basan los eufóricos pacifistas para creer en la llegada de la paz? Al revisar los hechos, los discursos y el proceder legislativo, el asunto se torna complejo.  Comencemos por el mal llamado Marco jurídico para la paz, que consagra la potestad presidencial de autorizar la participación política de los reinsertados y estipula un laberinto jurídico en el que se otorgan penas “alternativas” para los desmovilizados.
 
En cuanto a la participación política, concretamente la posibilidad de ser elegidos, la figura se asemeja al dueño de casa que después de ser asaltado y presenciar los vejámenes cometidos contra su familia, decide sentarse con el victimario para entregarle el control del patrimonio familiar y acordar las normas que regirán en el hogar.  Como si fuera poco, pacta la fecha y hora para unir en matrimonio a su hija con el delincuente… en otras palabras, la elegibilidad es entregarle el poder al victimario sobre sus víctimas y eso, desde la sensatez, es una iniquidad.
 
Sobre las penas alternativas, se calcula que las Farc han asesinado a más de 90 mil colombianos en medio siglo de tropelías.  Con la selección de casos, y las penas distintas a la privación de la libertad, miles de familias quedarán sometidas a aceptar la impunidad de los crímenes que han padecido. Es más: las asociaciones de víctimas de la guerrilla solicitaron participar en los diálogos que se adelantan en Cuba, pero en la isla les negaron el permiso de ingreso.
 
¡Y qué decir de la verdad! El cinismo exhibido en los albores de los “diálogos” ha sido de una magnitud espantosa, pues las Farc han afirmado que no participan en el narcotráfico, que no secuestran y que ellos son víctimas y no victimarios. ¿Sobre esas “verdades” se puede construir una paz verdadera?
 
No puedo imaginarme la paz sin justicia, por mínima que sea; sin verdad, para no repetir la historia; y sin reparación, para aliviar el dolor de millones de víctimas. Me es imposible pensar en la claudicación del Estado y en las concesiones a un grupo de criminales al que solo debería ofrecérsele un pacto de rendición y sometimiento. Me resisto a pensar que existe la posibilidad de otorgarles poder e impunidad a los victimarios, dejando a las víctimas a merced de sus verdugos… ¡Eso no es paz!
 

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Recuerda el incendio de Puente Aranda?

El Camino de la vida: Un sendero que debemos recorrer

¡Pelea, pelea!