¡Abusivos!

Hay quienes viven en función de sus deberes, -respetando los derechos ajenos y acatando las normas- y hay otros que únicamente exigen sus derechos y no se inmutan por los deberes que deben observar frente a los demás.
 
Posiblemente la anterior es la mejor descripción de los tipos de comportamiento ciudadano en el espacio público de Ciudad Salitre Oriental: mientras la mayoría de residentes respeta los derechos de sus conciudadanos y acata las disposiciones para el uso correcto de los parques, canchas y zonas verdes; hay unos cuantos que, escudándose en el derecho al uso y disfrute del espacio público, irrespetan las limitaciones fijadas por la ley para el buen uso de dichos espacios.
 
De mala manera, con altanería y demostrando que la ignorancia es atrevida; confrontan y amenazan a todo aquel que se arriesgue a hacerles un llamado de atención por el volumen de las conversaciones, por la hora en que hacen los escándalos, por el consumo de bebidas embriagantes en pleno espacio público o por dejar los parques o las canchas convertidos en verdaderos muladares.
 
Esos que exigen sus derechos, y no les importan sus deberes, son solo abusadores que transgreden los derechos ajenos, pasando por encima del descanso y la tranquilidad que merecen las noches y madrugadas de aquellos ciudadanos que sí son productivos, que trabajan día a día por el bienestar de sus familias o que estudian para alcanzar nuevas metas y no caer en la degradación de abusar de los demás.
 
Los abusivos, que solo así deben calificarse, usan mal, excesiva, impropia e indebidamente el espacio público de Ciudad Salitre Oriental.  Son aquellos que noche tras noche se ubican en los parques y canchas para “charlar” a grito herido, acompañando sus alaridos con una que otra bebida alcohólica. 
 
Esos, los abusivos, ven satisfechos que se encienden las luces a media noche o se mueven las cortinas, detrás de las cuales hay ciudadanos decentes que aspiran a enviar un mensaje respetuoso y silencioso sobre el injusto proceder de los que dan rienda suelta a sus bajos comportamientos. 
 
Al hacerles un llamado de atención, la grosería se apodera de los labios de los abusivos, quienes además solo saben repetir la arenga del derecho al uso del espacio público, aunque se hacen los de la vista gorda frente a los deberes que tienen en el disfrute de ese mismo espacio.
 
Los residentes decentes, aquellos que son expertos en amaneceres –no por insomnio, sino por enfrentar la vida desde las primeras luces y querer un futuro lleno de superación- solo desean una sana convivencia, esa que surge del acatamiento de los deberes y no de la exigencia arbitraria de derechos, pues ellos sí saben que no se pueden deslindar las obligaciones ciudadanas de los principios y normas que regulan las relaciones humanas en la sociedad.

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Recuerda el incendio de Puente Aranda?

El Camino de la vida: Un sendero que debemos recorrer

¡Pelea, pelea!