Hace 100 años…
Por Jaime Restrepo Vásquez
Han pasado 100 años y algunos hechos hacen pensar que la
humanidad no aprende de su propia historia. Hace solo un siglo, el planeta
estaba inmerso en la Primera Guerra Mundial.
A principios de 1917, Estados Unidos rompió relaciones
diplomáticas con Alemania. Pocos meses
después, el 6 de abril, el país del norte le declaró la guerra a Alemania y en
agosto, China siguió la misma estrategia. La Gran Guerra dejó cerca de 10
millones de muertos y 20 millones de soldados heridos, sin contar los millones
de civiles que perdieron la vida en este conflicto global.
Ahora, justo 100 años después, nuevamente soplan vientos
de guerra por todo el planeta. Más allá de las bravuconadas y de las declaraciones
destempladas, este año ha sido especialmente sensible en cuanto al escalamiento
de los roces internacionales.
Lo que se está viviendo en la actualidad es un reajuste del
poder global en el cual, algunos jugadores tienen el propósito de ser protagonistas. En el escenario más crítico de tensiones y
desafíos, los otros protagonistas interesados en la crisis más importante del
momento -China, Rusia y Europa- han optado por no involucrarse demasiado en el
asunto.
Mientras China pidió bajar la temperatura a ambas partes,
lo que diplomáticamente significa una disminución al respaldo que
tradicionalmente le había entregado a Pionyang; el Ministro de Asuntos
Exteriores de Rusia declaró que su país «no acepta una Corea del Norte que
posea armas nucleares», lo que se convierte en un aviso contundente a Kim
Jong-un: no espere nada de nosotros. En cuanto a Europa, como ha sido
tradicional en las últimas décadas, siempre tomará partido por los Estados
Unidos.
Corea del Norte es una amenaza seria por su hermetismo,
lo que limita el trabajo de inteligencia, y también por lo impredecible que
resulta el tirano que rige sus destinos. No obstante, es militarmente débil y
esa es una ventaja que ni el propio egocéntrico Kim Jong-un podrá desconocer.
Sin embargo, la reacomodación geopolítica mundial actual no solo depende del número
y alcance de los misiles nucleares: también está íntimamente ligada a la capacidad
estratégica y táctica para enfrentar al terrorismo islamista.
Es más: de la respuesta y neutralización de dicha amenaza
dependerá, en buena medida, la ubicación de los actores en el top 10 de las
potencias mundiales, pues de nada sirven decenas de ojivas si la barbarie surge
de las propias entrañas de cada nación. Así las cosas, el verdadero desafío está
en cómo enfrentar y obtener la victoria en la guerra contra la yihad islamista.
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